Llega una época de cambios importantes en las temperaturas, cambios de hábitos y rutinas que probablemente nos induzcan a dormir peor.
Cuando se es madre por primera vez, entre los numerosos consejos que se reciben, quizá el más frecuente sea el de organizar una buena rutina de sueño y vigilia para los recién nacidos, el crear un ritual a la hora de acostarse.
Una rutina que hace sentir al niño mimado, y que lo prepara, con la repetición de gestos y atenciones agradables y tranquilizadoras, para un sueño de calidad y, por tanto, reparador.
En cada fase de nuestra vida, el sueño cambia, el funcionamiento de nuestro cuerpo cambia y las necesidades de nuestro cerebro cambian al mismo tiempo. Lo que permanece constante, sin embargo, es la importancia de la calidad de nuestro sueño, capaz de determinar nuestro equilibrio psicofísico e influir concretamente en la calidad de nuestra vida.
Además, en este momento histórico, las patologías propias del ámbito psíquico van en aumento, muchas veces asociadas a alteraciones y trastornos del sueño.
Los dos años de pandemia que atravesamos, y la continuación del estado de alarma, han introducido cambios importantes en nuestro día a día, generando alteraciones como para socavar el equilibrio psicofísico de adultos y niños.
Pero, ¿cómo podemos entonces, en cada etapa de nuestra vida, organizar un ritual de sueño reconfortante y placentero para nosotros y para nuestros seres queridos?
¿Con qué estrategias podemos proteger el buen funcionamiento de nuestro cerebro, y garantizarnos un descanso regenerador?
Aquí están nuestras sugerencias:
Para que un ritual sea definido como tal, debe contemplar la repetición de ciertas acciones, tener lugar en los mismos ambientes y observar un ritmo constante. Además de definir el lugar de descanso, que sea cómodo y relajante, así como la hora de irse a dormir, es importante prever y gestionar todos aquellos elementos que puedan perturbar nuestra rutina.
En términos prácticos, por ejemplo, es recomendable evaluar cuidadosamente la capacidad de nuestro entorno de descanso para responder a nuestras necesidades específicas definidas por el estado de salud. Examinando todos los elementos que caracterizan nuestro entorno.
¿La estructura de nuestra cama y nuestro colchón son capaces de ofrecernos el apoyo y la comodidad que necesitamos? Una cama articulada en la parte superior o inferior del cuerpo podría, por ejemplo, solucionar problemas de reflujo o retorno venoso. Si la permanencia en la cama se prolonga, un colchón antiescaras es en cambio una opción a preferir cuando la permanencia en la cama se intensifica, hasta convertirse en parte integral del día.
Almohadas y posicionadores:
¿En qué posición duermes? La respuesta a esta pregunta está a menudo lejos de ser razonable. Solemos poder decir fácilmente en qué posición nos quedamos dormidos, pero es muy difícil para nosotros controlar nuestra postura durante el sueño , lo que a menudo socava la calidad de nuestro descanso.
El uso de un posicionador puede ser una ayuda sencilla y concreta con la que contrarrestar la adopción de posturas incorrectas en la cama.
Pequeños dolores y temperatura:
“¡Ponlo al fuego y verás que se te pasa!” hay remedios de abuela que aún hoy son confirmados por las más recientes investigaciones médicas. La terapia de calor, localizada en la parte dolorida con la ayuda de una manta eléctrica , o extendida a todo el cuerpo gracias al uso de un calientacamas, ayuda a calmar los estados inflamatorios leves o crónicos que cursan con dolor, permitiendo una relajación profunda y duradera. Una premisa indispensable para un descanso de calidad
Apnea del sueño y otros trastornos del sueño
La apnea del sueño es una patología que pone fin a la respiración que se interrumpe de manera cíclica durante el sueño. Esta condición, al generar continuos despertares, induce un sueño de baja calidad, con un fuerte impacto en la salud psicofísica de los afectados generando cansancio, dificultad para concentrarse, irritabilidad e incluso depresión.
Una ayuda válida en el manejo de esta condición, así como en otros trastornos del sueño o en las fases de recuperación post-covid, es el uso de ventiladores de presión positiva o CPAP APAP.
Atención individualizada.
Una gota de perfume antes de ir a dormir; peinarse lentamente tomándose el tiempo de mirarse en el espejo; un poco de crema perfumada… Para frenar nuestros pensamientos debemos dedicarnos a pequeños gestos, con atención a nosotros mismos y a nuestros seres queridos que complacen sus gustos y los nuestros.
De alguna manera tenemos que volver a ser niños, redescubriendo la estrategia que mejor apoya el sueño: ¡los mimos!
¡Qué descanses!
Fisioserv