El ictus constituye una de las principales causas de discapacidad adquirida en la edad adulta. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año millones de personas en el mundo sufren un accidente cerebrovascular (o ictus), lo que supone un gran impacto tanto en la calidad de vida de los pacientes como en su entorno familiar y social. La fisioterapia desempeña un papel fundamental en la recuperación funcional y en la mejora de la autonomía de quienes lo han sufrido.
En este artículo explicaremos qué es un ictus, sus tipos, cómo reconocer sus síntomas de manera precoz, las secuelas más habituales y, de manera más extensa, el abordaje fisioterapéutico tras un ictus.

¿Qué es un ictus?
El ictus, también conocido como accidente cerebrovascular (ACV), ocurre cuando se interrumpe o se reduce de forma súbita el flujo sanguíneo hacia una parte del cerebro. Al no llegar oxígeno ni nutrientes suficientes, las neuronas empiezan a dañarse en pocos minutos.
Existen dos grandes mecanismos que lo producen:
- Obstrucción de una arteria cerebral, lo que impide que la sangre fluya adecuadamente (ictus isquémico).
- Rotura de un vaso sanguíneo cerebral, lo que genera sangrado en el tejido cerebral (ictus hemorrágico).
El ictus es una urgencia médica: cuanto antes se actúe, mayores son las probabilidades de supervivencia y recuperación funcional.
Tipos de ictus
Podemos diferenciar principalmente dos tipos:
1. Ictus isquémico
Es el más frecuente. Representa alrededor del 80% de los casos.
Se produce por la obstrucción de una arteria cerebral, generalmente debido a un trombo o un émbolo.
Dentro de este grupo se incluyen los ataques isquémicos transitorios, episodios breves que no dejan secuelas permanentes, pero que alertan de un alto riesgo de ictus mayor en el futuro.
2. Ictus hemorrágico
- Supone el 20% de los casos.
- Se origina por la rotura de un vaso sanguíneo cerebral, lo que provoca sangrado dentro del cerebro o en su superficie.
- Sus causas más frecuentes son la hipertensión arterial no controlada y las malformaciones vasculares.
Ambos tipos de ictus requieren atención urgente y un abordaje multidisciplinar.
Cómo detectar rápidamente los síntomas de un ictus
El reconocimiento precoz de un ictus es esencial para reducir el daño cerebral. Una herramienta útil es la escala FAST (por sus siglas en inglés: Face, Arms, Speech, Time):
- Face (cara): caída de un lado de la boca o dificultad para sonreír de forma simétrica.
- Arms (brazos): incapacidad para levantar ambos brazos o pérdida de fuerza en uno de ellos.
- Speech (habla): alteraciones en el lenguaje, dificultad para expresarse o entender.
- Time (tiempo): actuar de inmediato y llamar a los servicios de emergencia.
Otros síntomas pueden incluir pérdida brusca de visión, dolor de cabeza intenso y repentino, mareos, falta de coordinación o pérdida de sensibilidad en un lado del cuerpo.

Posibles secuelas tras un ictus
Las secuelas dependen de la zona cerebral afectada, la extensión del daño y la rapidez del tratamiento recibido. Entre las más habituales encontramos:
- Déficits motores: hemiparesia (debilidad en un lado del cuerpo), hemiplejia (parálisis), alteraciones en el equilibrio y la coordinación.
- Alteraciones del tono muscular: espasticidad (rigidez), flacidez o movimientos involuntarios.
- Trastornos sensitivos: pérdida de sensibilidad o sensaciones anormales (hormigueo, adormecimiento).
- Dificultades en la comunicación: afasia (problemas para hablar o entender), disartria (dificultad para articular palabras).
- Problemas cognitivos: alteraciones en la memoria, atención o funciones ejecutivas.
- Alteraciones emocionales: depresión, ansiedad, cambios de personalidad.
- Complicaciones secundarias: dolor de hombro, retracciones musculares, caídas o úlceras por presión en casos graves.
Tratamiento fisioterapéutico tras un ictus
La fisioterapia es clave en el proceso de rehabilitación tras un ictus. La rama de la fisioterapia que se encarga normalmente de los pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular es la fisioterapia neurológica. Su objetivo es ayudar al paciente a recuperar la máxima independencia posible, prevenir complicaciones y mejorar la calidad de vida.
1. Principios generales de la fisioterapia post-ictus
- Intervención temprana: siempre que el estado clínico lo permita, la rehabilitación debe comenzar en los primeros días.
- Abordaje individualizado: cada persona presenta secuelas distintas, por lo que el tratamiento debe adaptarse a sus necesidades.
- Multidisciplinariedad: el trabajo coordinado con médicos, terapeutas ocupacionales, logopedas, neuropsicólogos y enfermería es fundamental.
- Neuroplasticidad: la base del tratamiento se apoya en la capacidad del cerebro para reorganizarse y generar nuevas conexiones neuronales.
2. Técnicas y estrategias fisioterapéuticas
a) Ejercicio terapéutico y movilidad
- Movilizaciones pasivas y activas para prevenir rigideces y mejorar el rango articular.
- Entrenamiento de la marcha con ayudas técnicas (andadores, bastones, órtesis) cuando es necesario.
- Reeducación del equilibrio y la coordinación mediante ejercicios funcionales.
- Fortalecimiento muscular progresivo, adaptado a las limitaciones.
b) Control del tono muscular
- Técnicas de inhibición de la espasticidad (estiramientos prolongados, posicionamiento correcto, uso de férulas).
- Estimulación del lado afectado para evitar la inactividad.
c) Terapias basadas en la función
- Entrenamiento orientado a tareas: practicar actividades de la vida diaria (levantarse de una silla, subir escalones, coger objetos).
- Terapia de movimiento inducido por restricción: obligar al uso del miembro afectado restringiendo el sano.
- Entrenamiento intensivo y repetitivo: la repetición favorece la reorganización cerebral.
d) Tecnologías de apoyo
- Electroestimulación funcional para activar músculos debilitados.
- Realidad virtual y robótica de rehabilitación para incrementar la motivación y la intensidad del entrenamiento.
- Plataformas de biofeedback que permiten al paciente visualizar sus progresos.
e) Educación y prevención
- Enseñar al paciente y a la familia estrategias para manejar la espasticidad, mejorar la postura y prevenir caídas.
- Promoción de la actividad física adaptada como parte de la rutina diaria.
- Educación en hábitos saludables para reducir el riesgo de un nuevo ictus (control de hipertensión, diabetes, colesterol, ejercicio regular, abandono del tabaco).
3. Importancia del entorno y la motivación
La rehabilitación no solo es física: la motivación, el apoyo familiar y la participación activa del paciente son determinantes para alcanzar los objetivos. El fisioterapeuta acompaña, guía y adapta el proceso, potenciando la autonomía progresiva.

En conclusión,el ictus es una urgencia médica con consecuencias potencialmente devastadoras. Su detección precoz y tratamiento inmediato salvan vidas y reducen secuelas. Sin embargo, la verdadera recuperación se construye en el proceso de rehabilitación, donde la fisioterapia juega un papel protagonista.
El abordaje fisioterapéutico tras un ictus debe ser precoz, intensivo, individualizado y basado en la neuroplasticidad. Gracias a técnicas específicas, ejercicio terapéutico y nuevas tecnologías, es posible mejorar la función motora, la independencia y la calidad de vida de los pacientes.
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Autora: Paula del Toro (Fisioterapeuta)


